Los tiempos son turbulentos en tantos sentidos y formas. Tal vez siempre fue así pero la vivencia es diferente cuando nos toca a nosotros, cuando el día a día cambia, cuando el sueño de cada noche tiene otra sensación. No me cabe duda que cada persona lleva su proceso, sus dudas, sus sueños, alegrías, incertidumbres y tantas cosas que los seres humanos cultivamos en nuestro fuero más interno.
Esta semana tuve ocasión de compartir con muchas personas diferentes, de escuchar, preguntar, conectarme con gente que estaba en diferentes estados y me ocupé de preguntarles: ¿cómo estás? ¿todo bien?, y las respuestas fueron de las más diversas.
Sin duda nadie está solo en ese camino interior de encontrarse, crecer y poder salir de donde está para acercarse donde quiere llegar. Es pensando en esa gente que tuve ocasión de compartir esta semana y que me dejaron reflexionando largamente que he me tomado un instante para escribir algunas palabras antes de ir a dormir.
Soy un convencido que en este camino que busca mayor plenitud interior estamos todos, algunos partieron antes, otros aún no inician el camino. Hay quienes han buscado de diferentes formas este proceso, no siempre obteniendo el resultado que desean sus corazones. Algunos se entretienen en las superficialidades del mundo de hoy, otros se sumergen en reflexiones a ratos tan densas que se vuelve difícil seguir avanzando. No sé si hay una receta y si existe no la tengo yo en este momento, así que no pretendo darla.
No obstante, sí creo que es fundamental tener presentes un par de cosas. La primera es comprender que el camino que queramos recorrer lo podemos hacer solos o acompañados, y que muy probablemente sea mejor acompañarse, pero no solo de otras personas, sino que también de esa fuerza creadora que puede más que cualquiera de nosotros y que puede mostrar el camino incluso en aquel lugar donde no se logra distinguir ni lo más mínimo. Personalmente creo que la espiritualidad y la búsqueda de conexión con lo divino es un viaje personal tan necesario. Un ejercicio diario del cual nadie se gradúa, pero que tomar la lección día a día puede ser el sustento y la respuesta en los momentos más complejos de nuestras emociones y pensamientos.
Lo segundo, es que sin importar lo que ocurra, cuánto nos guste lo que esté pasando o dejando de ocurrir, lo que podamos sentir que recibimos o perdimos, necesitamos aprender a mirar, a percibir, a darnos cuenta que todo está puesto sobre la mesa, que cada cosa tiene su tiempo, que cada plato ha sido servido en el lugar adecuado y que no solo tenemos que ser pacientes, sino que también debemos comprender que todo es avanzar, que no existe otra cosa, la pregunta es en qué dirección lo estamos haciendo, si nos alejamos o acercamos de lo realmente valioso, de aquello que pueda tocar nuestro espíritu para transformar la vida, o si estamos en la carrera que lleva a cada día a cientos y cientos de personas directo al precipicio emocional y espiritual.
No creo que sea algo fácil, e insisto que no tengo la respuesta, sin embargo, sí tengo experiencias de cosas que me han servido más que otras, y es por eso que he querido hacer este pequeño alto y decirte que ¡TODO ES AVANZAR!, no te preocupes de ganar, no sufras por obtener, olvida la idea de que te reconozcan o aplaudan, y piensa en avanzar. Cuando vemos los avances de la humanidad, cuando miramos los avances de la naturaleza incluso podemos ver que avanzar es algo diferente, no siempre cómodo, no siempre comprendido, no siempre valorado, pero cada vez que ocurra lo hace de una forma extraordinario y sobrenatural, y es por eso que ocúpate de avanzar, con miedo, con pena, con dudas, con carencias, da igual, ocúpate de avanzar. Mira cómo se comporta el agua, que sin importar nada siempre sabe llegar a su destino, ya sea corriendo sobre la tierra, o buscando caminos subterráneos, algunas veces dando unas vueltas interminables para llegar a un lugar que parecía cercano, otras evaporándose para que el calor y el viento le permita reposar en el cielo, ganar perspectiva y seguir avanzando, porque todo es avanzar. TÚ TAMBIÉN.
Así que sin importar en lo que estés, te mando un abrazo, un beso, un poco de ánimo porque aunque a ratos no lo parezca, todo es avanzar en la vida y la mesa está servida esperándonos para un banquete que será realmente divino para el corazón.