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La euforia irreflexiva

Son nuevos tiempos políticos en Chile, que duda cabe. No solo ha asumido un nuevo gobierno, sino también una nueva generación, fruto de un nuevo marco cultural que año a año va dejando atrás los antiguos valores del orden, la estructura y las formas, para buscar refundar un nuevo orden social fuertemente asentado en las emociones del momento y las ideas hipérbolas aún no asentadas.

Claramente, hemos de querer lo mejor para este nuevo ciclo y las personas responsables de conducirlo. Querer lo contrario sería desear el propio mal. Sin embargo, tal cual siempre ha sido, lo que ocurra no depende únicamente de las nuevas autoridades, sino de cada persona que forma parte del tejido (o destejido) social existente.

La construcción de nuevas instancias de encuentro, diálogo y acuerdo ha sido algo que se percibe perdido dentro de este nuevo ciclo. Pareciera ser, que cual adolescente que se revela de sus padres, considerando que éstos nada saben, nada aportan y nada de ellos debe ser adoptado para el propio futuro, de la misma forma, esta nueva atmósfera pareciera que se niega a mirar, sopesar y dejar lo bueno de lo antiguo para así construir mirando al futuro. Por el contrario, parece que el futuro deseado es una copia de un pasado lejano, profundamente idealizado y dibujado en blancos y negros que no le hacen honor a la verdad de los hechos.

En psicología social ha sido ampliamente abordado el tema de los fenómenos de masa, como las emociones se contagian y los estados se vuelven cada vez más inconscientes e irreflexivos, y pareciera ser este un claro caso de aquello, en una idealización y euforias irreflexivas que pueden terminar como el más idílico sueño que termina con la alarma del despertador, de un momento a otro, sin previo aviso y de una forma incómoda.

¿Tiene algo de malo estar en este estado? Tal vez en sí mismo no. Más que mal nos da la sensación de que algo bueno está ocurriendo y algo mejor aún se vendrá. El principal punto, que a mi juicio, pareciera ser peligroso, es la pérdida de capacidad reflexiva para tomar decisiones que puedan ser necesarias hoy (no siempre cómodas) con el objetivo de lograr algo que se entiende mejor el día de mañana. Y así como las nuevas élites están rebosantes de utopía, y los medios de comunicación buscan estar “en sintonía” con la moda masiva del momento, las personas se han contagiado, pues de la misma forma, la irreflexión de las masas permea un peligroso espejismo a sus autoridades, que nos pudiera dejar a todos peor que antes de este sueño.

Anhelas lo bueno, reconociendo lo concreto y los alcances reales, es un principio básico para dar continuidad a un proyecto mayor, a algo que pretende durar más que la mera fiesta de una noche. Pero parece que todos quieren emborrarse hoy sin importar lo que pase mañana.

Hemos de esperar que el despertar no sea de golpe, que el sueño no se torno rápidamente en pesadilla, y que la razón golpeada por el deseo de creer en la ilusión se pueda reponer rápidamente y no quede abatida en la lona del ring social.

Ya veremos cómo sigue este proceso, que esperemos sea mejor de lo que parece desde lejos.

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Una reflexión de fin de año – 2021

Antes de terminar este año 2021 he querido poder darme un momento para agradecer y aprovechar de contarte algunas cosas que traerá este 2022.

Ya que el cambio es constante, este periodo ha tenido muchas transformaciones y se vienen muchas más, pero siempre buscando el mismo propósito: poder contribuir al aprendizaje y transformación de personas, equipos y organizaciones.

Te deseo unas felices fiestas y un 2022 repleto de cosas buenas para ti y los tuyos.

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Cimientos básicos para una mejor sociedad

He comenzado a realizar un ciclo de conversaciones junto a candidatos y candidatas a las elecciones de abril de 2021 en Chile (lo puedes ver en mi cuenta de instagram). La idea es poder generar un espacio de reflexión de ideas y de visualización de posturas diversas sobre el país actual y lo que queremos de vista al futuro, siempre convencido de la necesidad de construir, entre todas las personas, una sociedad que nos acoja ampliamente y nos permita crecer como seres humanos.
Si bien tengo un fuerte interés por la política, como un ámbito de la vida social que nos ayuda, no solo a dar un orden a la administración del poder, sino a utilizarlo al servicio de las necesidades y aspiraciones de cada uno de nosotros, este espacio es sin banderas partidistas ni la intención de convencer “votantes” sino de compartir, conversar y reflexionar.

Es en dicho contexto, donde me parece importante compartir mi postura sobre algunos lineamientos fundamentales, o como he llamado a esta publicación: cimientos básicos para una mejor sociedad, no solo para compartir algunas ideas sino también como un ejercicio de transparencia de mi postura personal sobre algunos de estos temas, posturas que por cierto, no son en ningún caso un manifiesto estático en el tiempo.
Verdad versus popularidad: En esta nueva era donde agradar, tener seguidores y buscar la aprobación de las masas parece ser más importante, creo fundamental construir una sociedad que vuelva a poner primero la verdad, no la opinión, sino la verdad, es decir aquello que de forma sustentada es posible comprobar. Cuando hablamos de esto podemos pensar en muchas personas de la clase política que se mueve según cambien las encuestas; estos comportamientos nos parecen reprochables y los condenamos, pero ¿qué pasa con nuestro comportamiento individual?, olvidamos con mucha facilidad que este espacio común lo construimos entre todas las personas, por lo que personalmente creo que el futuro debe considerar este valor como algo central. Sin importar que algo suene bien o popular, debemos revisar si es veraz como un elemento básico del pensamiento crítico de una sociedad que pone sus cimientos en lo real.

Congruencia versus flexibilidad moral: Las personas cambiamos y tenemos derecho a hacerlo, así como todo cambia a nuestro alrededor, ya que sin cambio no hay evolución ni crecimiento. No obstante, creo que una sociedad que sea un mejor hogar para todas las personas deben priorizar la congruencia como un valor relevante, el recorrido personal, la consistencia entre lo que se dice y lo que se hace, persiguiendo que la vida de cada uno de nosotros sea aquello que habla más fuerte que cualquier discurso o volador de luces. La flexibilidad moral y el relativismo a ultranza no nos ayudan a tener bases sólidas para la convivencia. Cuando consideramos que las faltas son de los o las otras pero las cometidas por nosotros son solo deslices, errores o algo ocultable bajo la alfombra, cuando jugamos a la teoría del empate moral o hacemos vista gorda ante los que se sumen “de los nuestros”, mientras armamos las cruces para poner a los que parecen “ser los ajenos”. Yo voy por la congruencia.

Respeto versus tolerancia: Tolerar a otra persona es lo mismo que negar su particularidad pero hacerlo con mejor cara, sin embargo, el respeto nos llama a una validación del otro, permite acoger sus similitudes y diferencias, sin necesidad de compartirlas, pero sí promoviendo el encuentro de lo distinto como un espacio de aprendizaje mutuo, crecimiento y transformación. Como no recordar la frase que se le atribuye a Voltaire que versa “No estoy de acuerdo con lo que dice, pero daría mi vida por su derecho a decirlo”.

Oportunidad versus premios: Una sociedad que ofrece oportunidades y no premios ni el palacio de los subsidios, es finalmente, a mis ojos, una sociedad de que promueve el desarrollo de sus ciudadanos. El premio es discrecional, a ratos hasta antojadizo, da pie para el clientelismo, el populismo y otros “ismos” igualmente destructivos para un espacio donde cada quien tenga las opciones de ir construyendo su propio camino, en libertad, con vocación, sin necesidad de ponerse justo en el espacio donde el tan famoso “chorreo” permite ser ungido con la consigna “correcta” del momento. Oportunidades son puertas abiertas y parejas, sin necesidad de discriminación “positiva” o búsquedas filosóficas para que la existan “algunos más iguales que otros” al más puro estilo de Orwell.

Trabajo versus asistencia: La mejor oportunidad de aprender, crecer, nutrirse en la vida es teniendo un espacio donde poder hacer, experimentar, equivocarse y aprender, y ese espacio no son solo las instituciones educativas, sino que también es fuertemente el trabajo, con la diferencia que esta última además permite a las personas obtener los ingresos que ayudan a la construcción del bienestar material de ellos/as y sus familias. El trabajo es fundamental para el desarrollo integral de las personas y debe estar como foco central. Hoy, en que muchos parecen estar realmente convencidos de que vivir del trabajo de otros es una forma “digna” y “justa” de crecer, personalmente me parece que la mejor es contar con los espacios (y siempre los hay) para que podamos poner nuestros talentos al servicio de las demás personas y con ello, también al servicio de nosotros mismos y nuestro crecimiento. Dejar de regalar pescados para enseñar a pescar es fundamental, pero solo funciona si hacemos de la pesca nuestro trabajo diario.

Estos elementos me parecen una primera guía valórica (obviamente desde mi perspectiva personal y nada más que eso) para poder guiar los espacios de lo público y social. En lo personal, no me es posible apoyar a quienes abren camino a punta de mentiras embusteras y bajezas morales (aunque muchos hacen vista gorda porque son “de los propios/as”), ni a quienes llaman a vivir del trabajo ajeno, a quienes con eufemismos y rarezas buscan explicar sus incongruencias, no solo discursivas sino también personales y así suma y sigue.

No obstante, siempre llegamos a un punto en común, nada de esto ocurre si no comenzamos cambiando y mejorando de forma individual en nuestra propia vida, tanto pública como, principalmente, privada. Finalmente, las sociedades justas las construyen personas justas, y las sociedades que se carcomen a sí mismas, son hechas por personas que se devoran entre sí en búsqueda de valores tan insostenibles como insensatos.

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¿Dónde calienta el sol?

Muchas personas toman decisiones y se comportan por la vida con el criterio de ir o hacer solo aquello que les resulta conveniente, les permita obtener más aplausos o simplemente ahorrar esfuerzo personal. Pero, ¿qué pasa con aquellas cosas que deben ser hechas y que no traen luces más likes en redes sociales?
 
Esta semana les quiero compartir este nuevo vídeo de reflexión, como cada lunes, para promover la reflexión y la construcción de una vida con más sentido y propósito personal.