¿Estudiamos nuestra vocación o solo lo que nos ofrecen?

¿Estudiamos nuestra vocación o solo lo que nos ofrecen?

El tema de la vocación es algo que nos acompaña desde el inicio de nuestras vidas, nos indica nuestros gustos y da cuenta también de las inquietudes más profundas que podamos tener. Sin embargo, cuando llega el momento de elegir nuestros estudios superiores, una profesión u oficio, cabe preguntarnos ¿estudiamos nuestra vocación o solo lo que nos ofrecen?

Seguramente a ti también te han surgido dudas vocacionales, o te has sentido en el lugar o la disciplina equivocada. Esto es normal, pues la vocación es un tema más complejo que lo que suele ser una carrera profesional en particular.

Lo natural es que las personas sentimos interés, y tenemos talentos, que apuntan en diferentes direcciones, porque no somos seres monolíticos, por el contrario, somos un conjunto en movimiento de intereses, deseos, habilidades y expectativas. Esto hace tan compleja la decisión que miles de jóvenes toman cada año al momento de ingresar a la educación superior.

Dada esta complejidad que habita en nuestro interior, sería bueno separar la idea de elección de estudio con nuestra vocación, en el mero sentido de comprender que aquello que estudiamos no será de forma total aquello que queremos hacer con nosotros y nuestro futuro, sino que solo una parte. No obstante, la idea es que sea una parte coherente con el resto de lo que somos y queremos ser.

Esto es fundamental, ya que al dedicarnos a algo que se aleja de nuestra vocación, sentiremos frustración, desgano y será como una verdadera lucha, en vez de un viaje que haga sentido con el recorrido personal que se quiere emprender.

Entonces, mi propuesta es que aquello que estudiamos y nos dedicamos laboralmente sea parte integral de nuestra vocación, pero quitarle la presión de que deba serlo todo. Puedo ser abogado y que disfrute mucho mi trabajo y, en las tardes tener una banda de música con mis amigos, para desarrollar otra de las pasiones que se pueden tener compatiblemente. Es decir, ir creando nuestro puzzle vocacional a la medida de cada uno, sin sentir que si se elige una cosa se debe dejar otra, porque no es verdad.

Dicho eso, la vocación al momento de elegir nuestros estudios superiores tendrá mucho impacto. Se ha visto que aquellos estudiantes que ingresan a carreras que no están ligado con su perfil vocacional tienen mayor tasa de deserción, así como también presentan mayores dificultades en sus rendimientos académicos.

Estas situaciones dan una retroalimentación poco favorable, porque las personas disfrutamos más de aquellas cosas que se nos dan bien y, por el contrario, no lo hacemos en aquello donde el resultado es insatisfactorio.

En los últimos años he tenido la posibilidad, junto con el equipo de HPI International, de ayudar a varias universidades en este desafío, apoyando a la fecha a más de 200.000 estudiantes que están enfrentando su decisión de estudios superiores, para que puedan hacerlo desde su vocación. La experiencia ha sido muy interesante y gratificante, ya hemos visto cómo ha aumentado el rendimiento promedio y el nivel de satisfacción e identificación con aquello que hacen.

No podemos seguir eligiendo lo que nos ofrecen, es necesario poder escoger conociéndonos más y mejor y reconocimiento aquello que nos mueve, para que la motivación nos lleve donde realmente podemos expandir nuestro potencial creativo y de bienestar.

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Hacia dónde va la educación en línea y su impacto en la educación superior

A esta altura de la historia estaremos todos de acuerdo que la educación está viviendo un cambio enorme. No solamente se modifican los sistemas de acceso y financiamiento en un mundo que entiende la enorme necesidad de tener una educación de calidad y oportuna (tremendo desafío pendiente aún a nivel global), sino también se están modificando los currículums de estudio y qué se debe aprender (y por lo tanto enseñar) para este nuevo contexto de la historia de la humanidad. Solo por mencionar algunos cambios.

Otra transformación creciente, y que parece no tener fin, es la transformación tecnológica en el mundo de la educación. La pandemia aceleró una transformación que viene hace muchos años, pero que ha sido más bien guiada por profesionales de la capacitación, iniciativas corporativas y nuevos emprendimientos que han buscado abrir, diversificar y volver más económico el acceso al contenido dado por “los expertos” en diversas temáticas.

Hoy (literalmente), Udemy, una plataforma de e-learning con un Marketplace que congrega a más de 65.000 profesores, ofertando más de 185.000 cursos para un total de más de 44 millones de estudiantes alrededor del mundo, se abre a bolsa en los Estados Unidos. Otra señal más de cómo esta industria sigue creciendo y apuesta en las grandes ligas y en el futuro. Pero, ¿cómo impacta esto?. No creo que de una sola forma, pero sí en que a pesar de que muchas personas señalan, en diversas encuestas, que la educación a distancia dificulta el vínculo interpersonal, no es tan efectiva en el aprendizaje y restringe el aprendizaje social, lo cierto es que se vuelve costoso y casi insostenible pensar en una institución educativa que logre ofertar lo que hace hoy Udemy, Coursera, Linked-In Learning, entre cientos de otras que existen en la actualidad, con los más diversos focos y participación de mercado.

Esto ha llevado que hoy las personas prefieran programas que son más cortos, totalmente on-demand (ajustables a su propio tiempo), muchísimos más económicos y que también cuentan, en muchos casos, con diversas acreditaciones o validaciones institucionales de aquel mundo no tradicional de la educación que sigue tomando fuerza, popularidad y validez en el mundo del trabajo, y sobre todo en el área que las personas necesitan: saber y saber hacer, aquello que marca la diferencia en su desempeño personal y profesional.

Si hoy se señala que el conocimiento se renueva, en promedio, cada 4 años, y que en internet se generan contenidos en 24 horas que nos tomarían 5 años poder “consumirlos”, sin mencionar la revolución tecnológica que cambia las cosas de una forma muy dinámica, se vuelve claro que pensar en tomar una carrera universitaria de cuatro, cinco o seis años de duración es una buena forma de tener conocimientos que en su mayoría serán obsoletos al momento de requerir aplicarlos. Lo mismo ocurre en la formación continua, en un mundo labor más demandante y cambiante, programas de un par de años o varios meses debiera hacernos pensar si se adaptan, en muchos contextos, a los requerimientos reales que nos plantea el día a día y la necesidad de aprender lo necesario, de forma rápida, a bajo costo y que nos permita estar siempre aprendiendo algo nuevo, lo que hoy se conoce como el life-long learning (aprendizaje a lo largo de la vida).

Quizás es momento que los Estados piensen en contar con universidades, instituciones y centros de formación técnica que sean de calidad, de bajo costo o gratuitos, y que sean totalmente a distancia, con docentes altamente calificados del mundo entero, que permita acercar a las personas que lo requieran (y sobre todo a los de menores acceso) ese contacto directo con un mundo que está en una transformación realmente impresionante y aún muy restringida a grupos de mayores ingresos económicos y acceso sociocultural.

Lo de Udemy y su apertura a la bolsa en EE.UU, es tan solo otra señal de algo que se viene gestando hace un par de décadas, pero que en la actualidad se encuentra en su “momentum”, y quienes no lo entiendan, aprendan y se sumen a lo que está pasando, irán quedando cada vez en una posición más desventajosa o, derechamente, saliendo del juego.

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Cómo promover el aprendizaje

El aprendizaje social ha cumplido siempre un papel importante, aunque a ratos olvidado. Por esa razón, me parece tan importante volver a considerarlo al momendo de pensar en cómo promover el aprendizaje en los entornos laborales y comunitarios. 

La idea de la “zona de desarrollo próximo” es muy interesante para comprender cómo se da realmente el aprendizaje social y la enorme relevancia que tiene el grupo en el que nos relacionamos para hacer que nuestras habilidades y cualidades puedan verse influidas favorablemente. 

Si quieres saber más sobre cómo promover el aprendizaje, entonces te invito a que puedas ver este episodio de mi programa de video llamado “Hablemos de”.

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3 claves para el desarrollo de personas y evitar el mero estímulo

Cuando apostamos por desarrollarnos muchas veces terminamos viviendo experiencias de mero estímulo, es decir, con foco en las emociones, nuestra motivación y sentirnos de cierta manera. El problema de esto es que las emociones pasan, sin embargo, cuando invertimos en nuestro desarrollo, aprendiendo nuevas cosas y construyendo nuevas competencias, entonces sí estamos más y mejor preparados para enfrentar desafíos concretos en nuestro presente y futuro. 

Por lo anterior, es que quiero compartir contigo estas tres claves que creo que te pueden ayudar a elegir por tu desarrollo personal y tener cuidado con aquellas experiencias o personas que solo ofrecen estimulación (claro que será un lindo momento, pero seguirás siendo la misma persona que antes). 

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Educar para la autonomía personal

Educar para la autonomía personal es, probablemente, dentro de las labores más importantes que tenemos en la formación y crianza de nuestros niños y niñas. 

Facilitar sus capacidades que otorguen real libertad de pensamiento, decisión y acción es, en primera instancia, lo que pavimenta la real alternativa de elegir y construir la propia vida. 

En este nuevo episodio de “Hablemos de…” comparto contigo tres elementos que nos ayudarán a educar en autonomía personal para contribuir a una vida más libre. 

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Lanzamiento LearninGroup

Son ya varios años desde que inicié con Smart Coach, una entidad dedicada a la formación y certificación profesional de coaches. Este hermoso proyecto nos ha permitido conocer a miles de personas, contribuir en su formación, acompañar historias, vidas, desafíos. 

También hemos podido apoyar a equipos y organizaciones. Han sido muchos los proyectos en estos últimos 8 años, y ahora nos fusionamos a un grupo mayor llamado LearninGroup, te presente ahora de qué se trata y cómo podremos apoyar en la educación de miles de personas en más de 30 países del mundo. 

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Educar con el ejemplo

La educación es uno de los grandes desafíos de las sociedades, como motor del desarrollo humano, el crecimiento de la economía, la movilidad social y otras tantas funciones que cumplen el sistema educativo en el mundo entero. Durante este 2020 el sistema educativo se ha visto en la necesidad de tomar medidas que permitan adaptarse al contexto actual, implementando rápidamente sistemas de educación a distancia, con el objetivo de dar respuesta a la necesidad de continuar el proceso de enseñanza/aprendizaje mientras se toman las medidas de resguardo por la pandemia del COVID-19.

Al cerrarse las entidades educativas son alrededor de 1370 millones de estudiantes que han tenido que realizar sus estudios desde casa en todo el mundo. Esto ha tenido las más diversas implicancias, y una de ellas es que el rol de la familia con un espacio formador de nuestros niños, niñas y jóvenes, ha vuelto a ser un espacio de encuentro y compartir diario.

Padres, madres y cuidadores han tenido que compatibilizar sus trabajos, muchos de ellos también a distancia, con los quehaceres propios del hogar y el apoyo en el proceso educativo de nuestros hijos e hijas. Esto sin duda ha constituido una carga y una responsabilidad que muchos/as no estaban acostumbrados, sin embargo, ha vuelto a poner en el centro el rol de la familia en la formación de los más pequeños.

Este rol que, que ha sido progresivamente depositado en docentes y en institución educativas, vuelve a un lugar irremplazable: la familia.
Si bien la mayoría de quienes somos padres no contamos con todo el tiempo en la actualidad, o con todas las herramientas técnicas para apoyar de la forma más efectiva a nuestros hijos e hijas en su proceso formativo, sí tenemos un elemento que nadie más puede hacer por las generaciones que están en fase de crecimiento y formación, a saber, la formación valórica y la construcción de aquellos hábitos que pueden marcar la manera en cada uno aprende y aplica para crear su vida.

Creo firmemente que la mejor forma de formar a los que vienen luego de nosotros (y también a los que nos acompañan en otro tipo de entorno) es por medio del ejemplo. ¿De qué sirve decir que sean honestos y no mientan, cuando algunos padres/madres lo hacen recurrentemente? ¿cómo formar relaciones saludables si en el hogar el trato se vuelve violento y transgresor?… son muchos los ejemplos que podríamos enlistar para comprender más este fenómeno, y es por eso que la conclusión parece clara. La mejor forma de educar es por medio del ejemplo… pero ¿cómo dar el ejemplo de algo que no somos?… pues no es posible.

El ejemplo se sustenta en la integridad y consistencia de nuestros dichos y acciones. La disonancia entre estos elementos hace que nuestro ejemplo pierda valor y no sea una huella clara que otros puedan seguir, por lo que si queremos ser responsables en lo que enseñamos a los demás, tal vez sea el momento de moldearnos a nosotros mismos para ir mejorando en aquellas brechas que cada uno/a con seguridad tenemos, ya que si somos mejores podremos ser ejemplo consistente y con ello podremos transmitir lo que realmente creemos que es importante enseñar y dejar para los que vendrán.

La educación de las próximas generaciones no es algo que deba descansar en la decisión de profesores, escuelas o gobiernos, tampoco es un elemento para el mero debate de expertos y entidades especialistas, sino que es, en primera instancia, una decisión “curricular” que se forja en el hogar y en la forma de ser de los adultos responsables y de referencia para quienes serán, a su vez, los educadores de quienes vendrán el día de mañana. Así que si quieres ser un/a mejor educador/a, entonces es momento de ser mejor persona, más íntegra y recta para que en vez de predicar sea suficiente con tus acciones del día a día.

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Metacognición en tiempos de crisis

Al iniciar este nuevo post quiero señalar dos cosas que me parecen relevante en el título de esta publicación. La primera de ellas es que no pretendo hacerlo difícil, sino ser claro en la profunda necesidad de la metacognición. Para que estemos todos claros, cuando hablamos de metacognición nos referimos a “la capacidad de autorregular los procesos de aprendizaje. Como tal, involucra un conjunto de operaciones intelectuales asociadas al conocimiento, control y regulación de los mecanismos cognitivos que intervienen en que una persona recabe, evalúe y produzca información, en definitiva: que aprenda”.


Un segundo elemento que quiero marcar de forma explícita antes de continuar, es que personalmente creo que no estamos en crisis, sino que estamos experimentando un contexto de profundos y numerosos cambios, los cuales nos llevan a un momento en que se vuelve urgente poder adaptarnos a una velocidad que no todas las personas se encuentran en condiciones de enfrentar adaptativamente, lo que repercute en un estado de crisis interno, lo que si bien se transforma en una crisis psicoemocional individua, no constituye un estado de crisis como tal (en un mundo objetivo).

El último tiempo he estado estudiando varios textos de historia, filosofía y espacios de reflexión más profunda. Esto lo he hecho de forma deliberada llevado por la idea (muy personal) que se vuelve fundamental el poder incorporar mejores formas internas de aprender de nosotros mismos y el contexto que nos rodea, con la finalidad de convertirnos en personas cada vez más adaptativas, y que seamos capaces de construir en nosotros nuevos patrones y hábitos que nos ayuden a lograr lo que deseamos, sin importar tanto el contexto en el que nos podamos encontrar. ¿Te imaginas que encuentras esa “llave”? entonces el contexto deja de ser tan influyente en el logro de tus metas, y con ello debiéramos ser capaces de lograr una mayor libertad personal (con la usual responsabilidad que eso trae).


Pero ¿cómo entrar en el mundo de la metacognición?, esencialmente debemos aprender a pensar. Algunos de ustedes podrían ofenderse incluso con este comentario: ¿quién te crees que vienes a insinuar que no sé pensar?… déjame explicarte la idea que está detrás, para que luego veas si rechazas el concepto con repulsión y crítica o, tal vez, encuentras algo de valor en ella.


Si te encuentras vivo tienes muchísimo tiempo practicando la respiración. De hecho, en el instante que dejes de practicarlo por más del tiempo adecuado el resultado será literalmente mortal. ¿Eso nos convierte en experto en respirar? claro que no, por eso hay personas dedicadas a prácticas de formas consciente y en el camino de entrenarse en diversas técnicas de meditación o mindfullness. Ocurre lo mismo con el hecho de comer u otras actividades que realizamos a lo largo de toda nuestra vida, pero que no por eso sabemos realmente hacerlo bien (es cosa de ver los indices de problemas de salud derivados de lo mal que lo hacemos como conjunto hunano).


Con el pensamiento ocurre lo mismo y los filósofos lo saben y sabían bien. Necesitamos tomar tiempo para la reflexión, el cuestionamiento y el estudio, más que mal ese ha sido, esencialmente, el gimnasio de la mente humana, y no se encuentra cerrado por ninguna cuarentena.
Estos elementos del trabajo personal son, en la realidad de millones de personas, simples comentarios o piezas de museo. Se vuelve más entretenido poner algo en Netflix que tomar un libro, parece mejor distraernos en redes sociales que tomarnos un instante para tomar consciencia de nuestros propios pensamientos o emociones y conectarnos con un mundo interior que muchas veces no logramos comprender y que parece ofrecer pocos estímulos y menos “likes”.


Entonces ¿para qué hacer tamaño esfuerzo de entrenar nuestra metacognición? la evidencia de sus ventajas son enormes, no solo nos ayuda a desarrollar nuevas habilidades, pensar de mejor forma, lograr cuestionar ideas, principios y acciones, las que nos llevan a mejorar en nuestro plano personal, de desempeño e incluso espiritual. También previene el alzheimer, abre nuestra capacidad creativa y si bien abre nuevos espacios a nuestros “lados oscuros”, muchas veces invitándolos a salir de ese rincón hacia un espacio de mayor luminosidad para inspeccionarlo de mejor forma; también nos deja con mayores opciones de tomar decisiones, ejercer el tan famoso libre albedrío, aprender de nosotros mismos y extraer esa sabiduría interior de la que hablaba Sócrates a sus discípulos, y tantos otros pensadores relevantes en la historia humana.


Así como las compañías de software sacan todo el tiempo nuevas actualizaciones de sus sistemas para que éstos mejoren la experiencia, corran más rápido y se adapten al cambio del mundo, de la misma forma nosotros podemos hacer “upgrades” de nuestro “software” mental, pero no podemos descargarlo de internet, por el contrario, la actualización la tenemos en nuestras manos, sin costo económico alguno, sino solo pidiendo tiempo y disposición para hacer ese viaje de tomar consciencia, de entender que lo que creemos saber hoy puede cambiar mañana, que somos un proyecto en desarrollo, que por mucho que nuestra actual versión “corra bien”, eso no es garantía que esté preparada para lo que vendrá en lo sucesivo o que nos permita llegar a los sueños que tenemos de futuro.


Claro que el mundo cambió, las cosas se ponen complicadas y el viaje de la vida trae “de todo” dentro del “kit” y, es por ello, que necesitamos aprender a aprender, aprender a cambiar, aprender a conocernos para reconocernos, lograr despegarnos de tantas revelaciones que se nos venden desde afuera, para comenzar el viaje de las develaciones que vienen del interior y que abren horizontes en constante perspectiva e invitación, recordándonos que no sabemos tanto como creemos (ni de nosotros mismos), pero que el viaje de descubrimiento es mucho más valioso que la ilusión de llegar a puerto.