Hoy es viernes 5 de abril de 2019. Son las 8:30 de la mañana y estoy sentado en el escritorio de mi oficina. Mientras conducía hasta mi trabajo varios amigos comenzaron a mandarme mensajes para darme condolencias o confirmar la partida de Gustavo Cariaga. ¿De qué me hablan? hace dos día había hablado con su esposa Andrea y habíamos quedado que este lunes cuando fuera a Viña del Mar a hacer un nuevo capítulo del programa de radio que creamos juntos, pasaría a verlo a la clínica. Avanzaba, lento pero seguro, me habían dicho.
Con Gustavo nos conocimos el año 2016 y mi primera impresión de él fue ser un tipo duro, con poco tacto y distante. Pero nos fuimos conociendo más, compartiendo de la vida, las historias, etc. Luego se animó a tomar un programa de formación conmigo y se convirtió en coach, y fue ahí cuando se enamoró con el tema. Fuimos construyendo una amistad, de esas cercanas, cariñosas y cómplices.
Cada encuentro era para reflexionar en lo profundo y soñar lo que era necesario hacer. Conversamos tantas veces sobre construir un centro de apoyo a los separados, un espacio de crecimiento personal y reinvensión. Él con su historia personal al respecto, y más cuentos que Tom Sawyer y yo con mi historia reciente de ser estafado por mi pareja. Me dio tantos consejos tan sabios. No olvido una conversación hace algunos meses atrás en el McDonald’s de Viña del Mar en que no solo recibí el cariño y el abrazo de un amigo, sino que el consejo de un hombre sabio. Me molesté con lo que me dijo, no era lo que yo quería escuchar, pero unas horas después lo llamé para agradecerle, porque tenía razón, era lo correcto, era lo mejor.
El 2018 nos embarcamos en un programa de radio. Hace rato teníamos ganas de hacer cosas juntos, con la complicidad, la diferencia de estilos personales y el toque de cada uno nos entusiasmábamos. Nos lanzamos en UCV Radio con “Conversa con Sentido”, que la idea era que fuera un espacio para compartir las reflexiones que teníamos cuando nos juntábamos a tomar café. Se pensó y se hizo. Él tenía las inquietudes y las antenas bien atentas, y yo era el ingrediente que decía ¡Hagámoslo!.
Durante cada grabación del programa de radio quedaban más temas para seguir en un café, para reflexionar, reír, llorar, contarnos historias que no habíamos contado a otros. Uff, si hubiéramos hablado jajaja.
Se nos quedaron muchos proyectos en el tintero. Tantas cosas que dijimos que veríamos juntos y que armaríamos de tantas formas. Te apuraste mucho Gustavo, que una mierda de remedio cambie todo de un instante a otro no es justo. Tantas veces que conversamos de gente que solo anda por ahí causando daño, mientras que tú estabas apasionado con apoyar la inclusión de las personas en las empresas, con apoyar a las parejas a mejorar sus relaciones, potenciar sus habilidades por medio del coaching, y siempre contando historias, de esas tantas que tenías, con tu amada Andrea que ahora debe estar con el corazón fuera del cuerpo.
¡No es justo! ¡NO ES JUSTO!. Veo en la televisión como pasan videos tuyos y hablan de anécdotas contigo. También recuerdo tus conversaciones íntimas de cómo era ese mundo de la tele y por qué nunca quisiste volver y lo crítico que eras sobre lo que ahí pasaba.
Gracias Gustavo por ser mi amigo, por quererme, por cuidarme, por aconsejarme, por compartirme tus décadas más de experiencia para darme una guía y una mirada de la vida. No olvido nuestro último abrazo en tu casa, compartiendo sueños, pensando en voz alta, mientras el Mati jugaba en la piscina con tus hijos, y nosotros nos dábamos miradas cómplices, porque ya no era necesario decir nada más.
Este lunes tendremos programa de radio, del programa que creamos juntos y que decidimos que tú serías el conductor, dime ¿tiene sentido seguir ahí ahora? sabes que bailar solo no me gusta y a ti tampoco te gustaba. Cuántas tallas que nunca salieron al aire, cuantas confesiones en ese estudio de grabación que la gente nunca supo, de cómo veníamos cada uno esos días, con nuestras historias, preocupaciones, problemas, para conversar sobre cómo salir adelante y hacer que el asunto valiera la pena ser vivido. Qué manera de generar hermandad. ¡Te quiero Gustavo!, tal como te lo dije en el vídeo que te mandé hace dos días atrás. ¡Te quiero y esto va a pasar!, así te dije, y bueno, pasó, pero no como esperaba, sino que como Dios quiso, por qué no tengo idea, pero por algo habrá sido. Quizás es hora de producir algo más grande desde el cielo, quizás te necesitan de Cocciante para reírse un rato y romper algunas cosas. Quien sabe… tal vez tus amigos que están allá ya no se aguantaban sin ti, así como ahora acá no sabemos bien cómo se sigue sin ti en el mapa.
Gustavo, amigo querido, compañero de estos años. Gracias por tu amistad y tu amor. No olvido cuando me abrazabas apretado y con tus ojos profundos me decías cuánto me querías, con la emoción en tu mirada. Es recíproco y lo sabes, donde quiera que estés lo sabes. Te voy a echar de menos Gustavo, y nuestros proyectos quedarán ahí hasta nuevo aviso. Te mando mi amor para ti y tu familia; pronto nos encontraremos donde Dios lo decida amigo querido.