Cada persona va tomando decisiones que dan forma, de manera planificada o intuitiva, a la vida que vamos teniendo y los resultados que obtendremos. Aunque esto nos suena obvio y evidente, lo cierto que es solemos olvidar que son muchas más las cosas que ignoramos y las variables “ocultas” que aquellas que realmente conocemos o estamos controlando en nuestra propia vida. Esto nos lleva a tomar decisiones equivocadas o sencillamente e tener pronósticos que luego tenemos que explicar de forma muy sencilla, ya sea atribuyendo todo el mérito a una nueva única situación, o bien encontrando explicaciones que se acercan más a lo místico que a la comprensión profunda de las cosas.
De esta manera, vamos creando el propio camino de vida, con aciertos y otros que nos parecen “fracasos”, con aprendizajes y otras veces con una tozudez absurda que nos dificulta el camino a darnos cuenta y evolucionar interiormente.
Cambiar se vuelve esencial, además de inevitable, si queremos hacer de nosotros y de nuestros resultados algo diferente, y esto también es parte de ir creando el propio camino.
En estos tiempos veo que la transformación es más bien un cambio de “carcasa” que una transformación y aquí solemos equivocar el rumbo. Tal como algo que endulza no necesariamente es azúcar o como versa el viejo dicho “no todo lo que brilla es oro”, lograr comprender la diferencia entre lo que algo parece y lo que algo es, se puede transformar en el gran aprendizaje de la vida, aplicable a los más diversos ámbitos de ésta.
Así como cambiar no es lo mismo que transformarse y saber no es lo mismo que aprender, de la misma manera cuando pensamos en construir el propio camino personal, que algo en nosotros se proyecte o parezca de cierta forma, no será el indicador que de cuenta de esa metamorfosis que tal vez andemos buscando.
Para lograr los resultados que queremos no basta con hacer cosas diferentes, sino que debemos pensar (en mi opinión) en qué persona debiéramos convertirnos, por lo tanto, en aquellos aprendizajes que aún no adquirimos o en esos que debemos dejar atrás para cambiar nuestra mirada, nuestra identidad incluso. Cuando uno hace lo que es, dicho ciclo de resultado fluye por nosotros. Cuando uno hace lo que no es, dicho actuar no tiene soporte para mantenerse en el tiempo, y el cimiento firme para nuestros comportamientos y resultados, se encuentra en nuestra identidad, en quienes somos.
Lo bueno es que nuestra identidad no es estática y la podemos ir moldeando en la dirección que nos haga más sentido, en tanto seamos conscientes de esto y nos comprometamos a vivir ese camino de transformación real y no un simple cambio de envoltorio o de discurso.
Creo firmemente en que cada uno de nosotros puede ir creando el propio camino personal tantas veces uno lo desee, sin embargo, el camino fluirá de mejor forma si en vez de enfocarnos en los resultados y en la ruta, nos miramos en las profundidades de quienes somos y trabajamos allí los cambios que luego queremos ver expresados en todo lo demás. Esta oportunidad la tenemos a la mano y aunque pueda no ser el camino con más “likes”, estoy convencido que es el camino de mayor plenitud y sostenibilidad.