Llevo más de una década vinculado al mundo de la educación, capacitación y asesoramiento de personas, equipos y organizaciones. Desde roles dentro de multinacionales, desde el sector público o como empresario en este segmento he visto cómo muchas cosas han cambiado sin tocar algunos elementos esenciales en la forma en que se lleva esto adelante y que es realmente una pérdida de esfuerzo y recursos (tiempo y dinero) a manos llenas. Aunque algunos podrán decirme quienes “ganan” con esto, personalmente creo que casi nadie lo hace y por ello debemos aprender cómo poner fin al gasto en capacitación, o al menos, cambiar la lógica para que sea realmente una inversión.
Siempre hablamos de que el centro de la organización son sus personas, que sin ellas nada sería posible y que por esa gran razón es que necesitamos cuidar el bienestar y promover la formación continua que permita que los colaboradores estén preparados para el mundo en el que estamos y los desafíos que enfrentamos en la actualidad. Hasta ahí estoy de acuerdo en casi todo lo del discurso instalado.
Sin embargo, qué hace que los recursos puestos en capacitación sean realmente una inversión y no un gasto. Esencialmente, cuando hablamos de invertir nos referimos a disponer recursos de tiempo, materiales, económicos, etc, con la finalidad de obtener una rentabilidad, es decir, generar más de lo que se tenía antes del acto de invertir. Si llevamos esto al mundo de la capacitación, tenemos que comprender que la inversión sería solo justificable en los siguientes esenarios:
- El acto de capacitar logró una mejora en las habilidades y competencias de los colaboradores que tiene una repercusión en aquellos indicadores importantes para la organización, o,
- Que el acto de invertir permita generar un activo favorable para la organización.
Acá me quiero explayar un poco más. Si tenemos colaboradores más competentes, éstos pueden ser considerados como “un activo” que ayuda a la empresa a lograr sus objetivos. No obstante, las personas se cambian de trabajo, renuncian, se les despide, etc. Por lo tanto, es una inversión (la capacitación) que se va con el colaborador, teniendo la empresa que volver a invertir una y otra vez en formar a los nuevos y a los antiguos cada vez que se detectan brechas importantes (¿quién no tiene brechas de desarrollo?, nadie)
¿Pero si en vez de pagar cada vez por una capacitación, dicho presupuesto fuera en un activo, es decir, en un producto “capacitador” que fuera de uso permanente para la organización? entonces lo que ocurriría que con ese prespuesto que se va a la basura muchas veces al interior de las empresas, cada año estarían poblando de nuevos programas formativos y cápsulas de conocimiento interno ese “Netflix” corporativo, base de gestión del conocimiento. Ya no tendrían que volver a pagar cuando quieran un curso para una persona o un grupo, sino que eso ya lo compraron, es un activo de formación continua. En eso pienso cuando digo cómo poner fin al gasto en capacitación.
Pero esto que es tan sencillo ¿por qué no se hace? creo que son varias razones:
- Las empresas cuentan con presupuestos anuales que administran muchas veces en la lógica de “gastar los montos asignados” en vez de invertir dichos montos en capacitación constante.
- Los proveedores prefieren que cada vez que haya una necesidad les vuelvan a pagar y así hacer caja para su mes a mes.
- Los incentivos fiscales, en el caso de Chile, no favorecen la generación de capacidades internas, sino el uso de franquicias tributarias (pagadas por todos los contribuyentes), teniendo una mirada transaccional y a corto plazo, en vez de una real inversión en capital humano.
Esto hay que ponerle fin. Las empresas tiene que poner fin al gasto en capacitación y ser inversionistas de capital humano. Los proveedores debemos construir valor sostenido y no transaccional y, entre todos, debemos contribuir a un mercado del trabajo cada vez más y mejor preparado para los desafíos del mundo actual.
Nosotros en LearninGroup estamos haciendo eso, y hemos lanzado un Join Venture con otras empresas del sector con una mirada realmente win-win, porque esto no requiere más dinero, sino otra mirada y más generosidad en cómo se hacen las cosas, ingenio e innovación. Por eso hemos construido plataformas de formación corporativa de último nivel, contenidos personalizados para cada entidad con sus propios conocimiento, hemos formado a sus expertos para que le enseñen a otras personas, pero de forma permanente por medio de la tecnología disponible 24/7, hemos incorporado sistemas de evaluación de competencias acreditados internacionalmente, evaluaciones de inteligencia emocional y perfiles de comportamiento DISC, estamos trabajando en formar y medir el fit cultural entre los colaboradores y las organizaciones, y todo esto con integración tecnológica que permite hacer gestión, tomar decisiones y ser realmente inversores en capacidades humanas y no aquellos llamadas a gastarse la plata para cumplir un presupuesto muchas veces sin sentido.
Si quieres ser parte de esta forma de hacer las cosas y llevar a tu empresa a que aprenda cómo poner fin al gasto en capacitación para invertir en desarrollo sostenible para las personas e instituciones, entonces escríbeme y conversemos. Te contaré algo ÚNICO.