Cuando acompañamos personas (o queremos hacerlo) debemos comprender que no solo acompañamos el logro de una meta o la mejora de un desempeño particular. Por el contrario, cuando acompañamos personas estamos, en última instancia, acompañando sueños y anhelos que se guardan en la mente y el corazón de otras peresonas.
Uff… tremenda responsabilidad. Por esa razón, he querido compartir contigo tres recomendaciones de cómo poder ser un buen facilitador de este tipo de procesos, para que seamos las personas correctas que logran catalizar el cambio en la dirección que realmente las personas desean.