Corren tiempos de tensión, conflictos y distanciamiento social. La polarización ideológica, las distancias socioeconómicas y las nuevas tecnologías, entre otros factores, han impulsado un creciendo nivel de problemas mentales, complicaciones sociales y mayor sensación de soledad.
En todo este contexto, parece ser urgente la necesidad de volver a encontrarnos, poniendo en el centro lo que nos une, que siempre es mucho más de lo que suponemos que nos diferencia.
Detrás de diferentes posiciones las personas buscamos sentirnos con un propósito en nuestra vida, dar y recibir experiencias de afecto y poder expandir nuestra mente, espíritu y crecimiento.
Sin embargo, pareciera ser que tenemos más entrenamiento en matemáticas, que en nuestras emociones, así como tenemos más conversaciones sobre lo que creemos deben ser nuestros derechos, pero una búsqueda menos frecuente sobre lo que nosotros podemos entregar.
Dentro de todo este contexto la empatía vuelve a surgir como un elemento relevante, como un conector con quienes están a nuestro alrededor, siendo un verdadero “adaptador” de seres humanos para que desde el afecto, la compasión y la genuina preocupación por quien está a nuestro lado, podamos volver a tejer entornos mejores para todas las personas, porque no hay “nosotros” y “los otros”. En este mundo estamos todos en el mismo barco, aunque insistimos en querer dividirnos estúpidamente.
La empatía, esa maravillosa cualidad de conectar con la otra persona y poder percibir, comprender y acoger sin juicios la experiencia interna de los demás, nos abre la puerta a muchos mundos. Así como los libros nos permiten vivir muchas vidas; la empatía nos permite ampliar nuestra perspectiva de nuestra propia existencia, por medio de los ojos ajenos.
Pero decir “seamos empáticos” es la parte sencilla. Comprender que debemos conjugar este concepto como un verbo y practicarlo diariamente en nuestras acciones y decisiones, es otra cosa, convirtiéndose en el real desafío.
Creo firmemente que cada ser humano está llamado a contribuir a un mundo mejor y, con eso no me refiero a mejor para sí mismo, sino mejor para todos. Alejarnos de la mirada ganar-perder, para comprender que hay un plano de acción donde todos ganamos multiplicadamente, y eso es cuando nos reunimos, nos abrimos y acogemos, porque al conocer al otro me conozco a mi mismo y cuando me abro a quien tengo enfrente, también le abro un camino para encontrarse.
Todo esto, debemos llevarlo a la acción desde lo pequeño hasta lo grande, desde lo cotidiano y el compromiso amoroso de poder ser mejores.
Personalmente, junto a mi familia, estamos comprometidos a contribuir un grano de arena en esa línea, y te invito a que recorramos juntos en ese camino.
Te invito a que conozcas y te unas a www.unitedbetter.org y podamos juntos ayudar a crear familias y comunidades más unidas y felices, donde la empatía y el apoyo mutuo sea algo diario para millones de personas. ¿Te animas?